En el centro de la Comunidad Cántabra se encuentra su capital Santander, que da nombre a la comarca.
Se ubica alrededor de la Bahía de Santander, donde podremos encontrar, ver y visitar espacios inigualables, playas, faros, Parques Naturales y quizás lo más curioso de todo es que nunca vi una convivencia tan equilibrada entre industria y naturaleza como aquí.
Playa de Cuchía
En la desembocadura de la Ría de San Martín, se encuentra uno de los mejores rincones de Santander y de Cantabria.
La verdad es que resulta curioso como pueden llegar a tener espacios naturales derivados de zonas y empresas industriales.
Así llegamos a Cuchía y a su playa completamente protegida por un dique de las corrientes de la ría y de las embestidas del mar haciéndola perfecta para las familias y niños más pequeños.
Para aparcar y/o dormir tenemos un aparcamiento a unos 100 metros de la playa desde donde además podremos hacer una ruta por la cantera rehabilitada de Cuchía.
Para más información sobre la pernocta y mapa, pincha aquí.
Ruta por la Cantera de Cuchía
Así porque sí ( y aunque por norma general me parecería una aberración), nos encontramos un pequeño paraíso creado por el hombre. Las canteras de Cuchía han sido rehabilitadas, creando pequeñas lagunas, manteniendo algunas de sus paredes y creando accesos.
Una auténtica curiosidad que recomiendo a cualquiera. Centenares de aves se refugian en ella, cormoranes, ánades, garzas… incluso es el hábitat de especies protegidas.
Añado punto al mapa y como siempre, para más información, pincha aquí.
Playa de los Caballos
Seguimos por la costa hasta una de las playa más salvajes de Cantabria.
Se trata de un arenal de 200 metros encajado entre unos imponentes acantilados.
La pernocta se encuentra sobre ellos, las vistas os dejarán boquiabiertos.
Para más información y mapa, pincha aquí.
Playa de Usgo
Dejaré anotación de esta playa para que NO LA PISÉIS.
A primera vista, la playa no pinta mal, 300 metros encajados entre acantilados con un bonito entorno, hasta que te fijas en los 2 tubos que se sumergen en el mar en su margen izquierda.
Estos tubos pertenecen a la Planta de Cloro Solvay, situada en Torrelavega donde está el inicio de estas tuberías que llevan a lo largo de 8 kilómetros, toneladas de fluoruro cálcico, cloruro de sodio y carbonato cálcico hasta la Playa de Usgo donde 700 metros mar adentro se expulsan al lecho marino de Santander.
Esta planta lleva emitiendo estos vertidos durante más de 30 años, por que se ya se suman 8 millones de toneladas de fluoruro cálcico vertidos al mar.
Desde varias asociaciones como ARCA y Ecologistas en Acción han denunciado que se incumple la normativa de la UE sobre residuos tóxicos y peligrosos por emitir residuos contaminantes y bioacumulables por encima de los límites permitidos. Del mismo modo, se ha concedido la bandera negra a dos playas de Cantabria, siendo la playa de Usgo una de ellas, por la presencia de metales pesados cancerígenos y el Puntal de Loredo por la mala gestión.
Pinar de Liencres
Primera toma de contacto con una de las joyas de Santander y de Cantabria, se trata del Parque Natural de Liencres, un espacio de 140 hectáreas de dunas fijas bajo un precioso pinar bordeado por la desembocadura del Río Pas a la Ría de Mogro.
El aparcamiento se encuentra bajo la lujosa sombra del pinar y aunque se convierte en un lugar bastante concurrido, tendremos pinar y pinar para perdernos a nuestro aire, incluso podemos acercarnos a pie hasta las playas principales del Parque, la Playa de Valdearenas y Canallave.
Pero la mejor de todas sin duda es la Playa de Rufus de la que hablaré a continuación.
Para más información y mapa del aparcamiento en el Pinar de Liencres, pincha aquí.
Playa de Rufus
Como decíamos, la Playa de Rufus es la mejor de todas las playas de este Parque Natural, pequeña, escondida, con sombre… y su nombre ya evoca el paseo con tu peludo.
Ubicada a orillas de Río Pas , se llega a través de un pequeño paseo desde el aparcamiento en el Pinar de Liencres.
El sitio ideal para huir del bullicio.
Playa Valdearenas
Cantabria está llena de Parques Naturales y entre ellos se encuentra uno bastante especial, debido a su sistema dunar y vegetación.
El Parque Natural de Liencres a pocos pasos de la ciudad de Santander es un lugar digno de ser visitado, con la Playa Valdearenas, una de las más largas de la comunidad de Cantabria en la que se puede hacer nudismo en su parte occidental.
En cuanto a su aparcamiento, se divide en dos, a la izquierda Valdearenas, y a la derecha Canavalle.
Para mi gusto Canavalle es más tranquila y tiene un aparcamiento más íntimo.
Playa de Canallave
La playa de la izquierda, o la de al lado jajajaja
Un lugar para la gente tranquila, una de las playas favoritas para el surf y con un chiringuito donde los perros son bienvenidos, aparcamiento protegido por dunas y la posibilidad de darte un paseo y hacerlo interminable entre tanta belleza.
Para más información y ubicación, pincha aquí.
Ruta Pico la Picota
La mejor de las maneras en este caso (y aunque siempre suelo decir que es caminando por el lugar) es paseando por las cumbres que lo rodean.
En este caso subimos al Pico que corona el Parque Natural de las Dunas de Liencres.
Desde Mortera podemos comenzar el sendero que no alcanza los 4 kilómetros y que nos llevará por los picos Picota y Tolío, entre antiguos fuertes de la Guerra Civil.
La panorámica sin otros sistemas montañosos ni vegetación por medio es increíble.
Para más información y mapa, pincha aquí.
Playa el Madero
A menos de 11 kilómetros de la ciudad de Santander y capital de Cantabria se esconde una de las playas más salvajes y curiosas de toda su costa.
La Playa el Madero, con más rocas que arena se convierte en una de las playas preferidas por los surfers ya que las olas que se forman han llevado a que se celebre cada año un Campeonato Nacional de Surf.
La formación rocosa, un hundimiento en el terreno crea una sima por la que se adentra el mar resonando y rugiendo.
Os diré que fue mi favorita hasta que recientemente se han puesto en contacto con nosotros para advertirnos de la prohibición de aparcar en toda la senda que recorre la costa. La persona que se ha puesto en contacto con nosotros que presume de ser la dueña del terreno que circunda la Playa el Madero también nos comenta con rintintín que los “perritos” están igualmente prohibidos.
Aunque contaba con ser una de las playas para perros desde el 2016, nos topamos con que algunas personas han presionado hasta lograr que los lugares más recónditos se proclamen como prohibidos.
Respeto y respetaré siempre las normas de circulación, pero lo de los “perritos” ya me cansa. ¿Quien se cree dueño y señor del mundo para prohibir el acceso a la tierra a los animales? Dentro de poco querremos prohibir hasta los pájaros volando. Recuerdo que la raza humana es la que arrasa bosques, ensucia las playas, los ríos y océanos, además de crear enfermedades de exterminio.
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Playa de Somocuevas
Una de las últimas playas sin urbanizar de los entornos de la capital.
Una pequeña playa protegida del viento y del mar por un gran sistema rocoso.
La Playa de Somocuevas recibe su nombre por unas pequeñas cuevas que hay en su cabo.
La playa de menos de 100 metros, tiene un pequeño aparcamiento desde el que sale un sendero y finalmente una escalera con 139 peldaños que nos harán decender el acantilado para poder llegar al arenal.
Un dato de importancia, es que está permitido el nudismo, aunque los perros no… para mi es un poco “vaso medio lleno” jajajaj
Playa de Cerrias
A pocos metros de Somocuevas y dentro de una urbanización aparece la pequeña Playa de Cerrias, tan pequeña que cuando sube la marea se queda en nada.
Para llegar a ella se han construido (y reconstruido) una empinada escalera de madera.
Aunque la urbanización y la señal que prohíbe perros “bajo sanción” dejan mucho que desear a primera vista, la verdad es que esta playa para mi solo tiene un encanto. Sus vistas a la playa de en frente.
Se trata de la impresionante Playa de Portío, solo son 200 metros de arena, pero los acantilados que la protegen la hacen un paisaje casi perfecto.
Desde aquí en adelante, tratamos de visitar la Playa de Portío, ya que sus preciosos acantilados nos enamoraron a primera vista. Por desgracia, el nulo aparcamiento y el nulo civismo por parte de algunos conductores me atrancaron sin opción a cambiar de sentido y obligándome a subir por una pendiente marcha atrás hasta una curva que me permitió girar. Así que no os recomiendo acercaros con la furgo.
Con respecto a Playa de la Arnía y Covachos, el atronador bullicio, tráfico, falta de aparcamiento y marisquerías abarrotadas me hicieron rehuir del lugar como si de un incendio se tratase… para gustos. No es el mío.
Playa San Juan de la Canal
Seguimos acercándonos a la capital y esto es un no parar, una playa tras otra nos incitan a visitarlas o a ver si esconden algún tesoro del que no sea consciente.
A menos de 10 kilómetros de Santander y mucho más que urbanizada está la Playa de San Juan de la Canal, una de las más visitadas de Cantabria y de España.
Ha sido condecorada con la Bandera Azul en la que en menos de 200 metros se juntan más personas que hormigas en un hormiguero.
El aparcamiento entre edificios, con pendiente y abarrotado no incitan al “ser tranquilo” a quedarse mucho tiempo.
Playa Virgen del Mar
Yo lo intento, si no me sale un texto con alma, la culpa es del nombre de la playa. Que manía de cristianizarlo todo.
A 6 kilómetros del centro de Santander, una enorme playa se encajona entre las rocas. La playa aparece y desaparece al antojo de las mareas, pero en su margen izquierda, caracterizando el lugar, se eleva una isla por el que poder pasear con la más absoluta de las tranquilidades, ya que la gente suele quedarse en los chiringuitos circundantes.
En la isla, se encuentra la ermita gótica de una sola nave, que da nombre a la playa y se encuentra unida a tierra por un puente peatonal que podremos cruzar para investigar cada rincón y las vistas que nos proporcionan los puntos más altos de la isla.
Aunque el aparcamiento dispone de más de 100 playas y el terreno no excede la inclinación para pernoctar, la afluencia y movimiento de gente, junto con los chiringuitos abiertos hasta altas horas lo convierten en una mala opción para aposentar nuestros neumáticos.
Aparcamiento Las Muelas
Se puede considerar el último aparcamiento tranquilo antes de llegar a la capital.
Este aparcamiento está completamente olvidado por la sociedad, lo que anima a la pernocta.
Tengo que decir que desde este lugar no tendremos acceso a ninguna playa, pero tiene algún tesorillo para el que lo sepa apreciar.
A primera vista no tiene un gran encanto, pero a nuestras espaldas se encuentran las Pozas de San Román por las que podremos pasear tranquilamente bajo la sombra y disfrutar de un día diferente.
Por otro lado el anochecer es increíble, la ausencia de vegetación nos deja una panorámica con la que disfrutar.
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Pozas de San Román
Por detrás del aparcamiento de las Muelas nos encontramos con un pequeño humedal.
Aunque la perrera de Santander se encuentra en su orilla, no impide que varias aves tanto propias como migratorias utilicen el carrizal que se extiende en sus aguas para descansar.
Playa la Maruca
Seguimos en dirección Santander y paramos en la Playa de La Maruca, una playa semiurbana en la que podremos encontrar helados artesanos, restaurantes y marisquerías.
El aparcamiento es perfecto para una pernocta ocasional, aunque está muy transitado los fines de semana, el amplio aparcamiento y los senderos que discurren en ambos sentidos la hacen digna para ser un punto de pernocta en nuestro mapa.
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Instituto de Oceanografía
Lugar tranquilo para pasar la noche entre el sonido del batir de las olas contra la costa rocosa.
Situado detrás del Instituto de Oceanografía y como vecino algún pescador local es el lugar perfecto para escaparnos con nuestros perros en los días más bulliciosos.
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Campo de Fútbol Municipal Cueto
Un lugar inimaginable tan cerca de la capital.
Todos sabemos que los campos de fútbol suelen atraerme y es que, siempre suelen tener un buen aparcamiento y si está como este, tan cerca del mar, aún mejor.
Es el lugar perfecto para visitar el Panteón del Inglés y el Puente del Diablo, incluso visitar el Faro de Cabo Mayor, donde encontraremos un restaurante con una terraza en la que reponer fuerzas.
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Panteón del Inglés
Poco antes de llegar a Faro Mayor y sobre el acantilado nos encontramos un pequeño tesoro escondido , con su historia….El Panteón del Inglés.
Acostumbrada a las historias de mis costas con El Cementerio de Los Ingleses de Camariñas, con sus piratas y naufragios, no me esperaba la historia de este Panteón.
Un Panteón sin restos humanos y construido por amor ¿Raro Verdad?
Pues en 1889, don amigos galopaban con sus caballos por estos acantilados, José Jackson Veyán, un actor y escritor gaditano y su amigo William Rowland de Inglaterra.
Por desgracia el caballo de William se asustó con el ruido de las batidas del mar contra el acantilado y el jinete cayó golpeándose con alguna de las piedras que rodean el Panteón y muriendo en el acto, mientras el caballo caía por el acantilado rodando hacia el mar.
Su cuerpo fue enviado a Inglaterra y su amigo mandó construir este Panteón honrar su muerte.
Puente del diablo
Entre el Campo de fútbol de Cueto y el Faro Mayor, también podemos visitar un tramo de costa quebrada denominada Puente del Diablo.
Hace menos de 9 años que el mar terminó por derribar lo que se denominaba puente del diablo, que era una formación rocosa por la que se colaba el mar a forma de puente.
La erosión del mar la creó y la erosión del mar la derribó en el 2010, por lo que esa peculiar belleza ya no existe, pero aún así el sendero hasta el Faro donde encontraremos un pequeño restaurante donde reponer fuerzas tampoco desmerece.
Aparcamiento Forestal Park
Última parada antes de la Capital, y nos vamos al “f_lladero municipal” jejejeje, que no es que me moleste, pero maaadredelamorhermoso, los que viajáis con niños, mejor evitar el lugar por las noches.
A la gente que se ruboriza, ruego un pensamiento… A día de hoy una pareja discutiendo a gritos es algo “común” a lo que no se le suele prestar mayor atención. Que dos personas disfruten, se rían y griten de felicidad, es denunciable…. creo que falla algo.
Volviendo al tema.
Desde el lugar que os propongo podréis ir caminando y disfrutando de uno de los balcones de la ciudad de Santander, hasta el Faro de Cabo Mayor y hasta la pequeña y encalada Playa de Mataleñas.
Incluso si nos apetece caminar un poco más podremos visitar el Panteón del Ingles.
Añado punto al mapa y como siempre, si necesitáis más información, pincha aquí.
Senda Cabo Menor
Desde el aparcamiento en Forestal Park podemos acceder a la senda que bordea Cabo Menor y que nos ofrece otra perspectiva de la costa Santanderina.
Desde el mismo también podemos visitar el Parque de Mataleñas, uno de los parques más emblemáticos y cuidados de la ciudad.
Para más información y mapa, pincha aquí.
Ciudad de Santander
Que perecita me dan las Capitales.
Entramos en la ciudad de Santander, dispuesta alrededor de su puerto y con un paseo marítimo que parece no terminar nunca.
Llegamos a la ciudad y de cabeza para el Área de Autocaravanas, lo suficientemente céntrico, tranquilo, al lado de un increíble parque para pasear o ver su atardecer, el Parque de Las Llamas.
Para más información sobre su ubicación y servicios, pincha aquí.
Santander es una ciudad bastante tranquila y con bastante que ver, desde sus playas, podemos recorrer parte de sus encantos.
Aunque su modernidad se debe a un incendio en 1941 que arrasó gran parte de la ciudad y casco histórico esto no hace a la ciudad menos especial. Al revés.
Comenzamos nuestra aventura por la capital bajando por sardinero hasta el paseo marítimo donde se encuentra el Monumento al Montañés en la margen izquierda de la Playa del Sardinero.
El Monumento al Montañés tiene como función recordar y honrar los combatientes de la Batalla de Trafalgar donde 500 de los más de 4.000 muertos eran Cántabros.

La Playa del Sardinero está dividida en dos por un pequeño peñón en el que se encuentran los Jardines de Piquío, donde antiguamente se encontraba una Batería Militar.

El paseo marítimo discurre ampliamente entre perros, turistas y lugareños, el ambiente resulta agradable.
Así llegamos a otro de los puntos de esparcimiento de la Ciudad. Se trata de la pequeña y curiosa Península de la Magdalena.
En esta promontorio se construyó en 1911 un Palacio que fue regalado por la ciudad al monarca Alfonso XIII que pasó allí las vacaciones hasta la llegada de la Segunda República. Finalmente en 1982 Juan de Borbón vendió el edificio la ciudad.
Después de muchas reparaciones y arreglo finalmente se abre al público uno de los mejores jardines de la ciudad.
Para mi desgracia (y aunque digan que se encuentran en perfecto estado), en su interior se encuentra un pequeño zoo marino en el que viven pingüinos, focas y leones marinos.
También encontramos un curioso Museo del Hombre y del Mar donde se exhiben los barcos utilizados por el marino Vital Alsar.
Además sin olvidarnos de nuestra obsesión por los Faros, también se encuentra el pequeño Faro de la Cerda, puesto en funcionamiento en 1870.
Una cosa curiosa sobre este faro y es que, era el lugar estipulado por el Puerto de Santander para descargar cualquier explosivo que entrara en barco, ya que al estar situado a la entrada de la bahía estaría lo suficientemente lejos para causar algún daño en caso de explosión.
La península está llena de curiosidades que perseguir ya que entre sus jardines también encontramos algunas figuritas talladas en madera.
En la zona norte de la Península de la Magdalena y casi a su salida aparece un extraño arenal con una historia de las que me hacen reír.

Su nombre, Playa de los Bikinis, su historia… jajajaja más de uno seguro que algo ya imagina.
Esta playa recibe su nombre en los 60 ya que las estudiantes y turistas venían a ponerse en bikini, cosa que causaba un gran revuelo en esa época lo que la apodó como Playa de los Bikinis.

Salimos al paseo del puerto donde podemos encontrar una escultura que recuerda los tiempos tras el incendio.

Muchos niños quedaron huérfanos y se vieron buscándose la vida pidiendo en el puerto a los viajeros que subían y bajaban de los barcos. Muchos de ellos ante la gracia del niño, tiraban las monedas al agua haciendo así que los niños se tiraran a por las monedas. La escultura llamada los "raqueros" da vida al recuerdo de aquellos tiempos.

Santander también tiene un curioso refugio antiaéreo muy poco concurrido por su poca publicidad.
Debido a la Guerra Civil y a la Segunda Guerra Mundial que se estaba iniciando en Europa, Santander llegó a recibir hasta 34 ataques aéreos por parte de Alemanes e Italianos.
Tras los primeros ataques, en 1937, los Santanderinos, concretamente los niños y jóvenes, ya que los adultos estaban en la Guerra luchando para ambos bandos, construyeron varios refugios por toda la ciudad ya que la población que residía y la que se refugiaba en la capital ya que aún era republicana, doblaba con creces el espacio de los refugios existentes.
Este ubicado bajo la Plaza Príncipe y construido de hormigón es uno de los que se conservan y el único abierto al público de toda la ciudad.
En su interior, menos de 95m2 son útiles en los que las normas dictaban que todos deberían estar de pié, no se podía comer y deberían estar en silencio para poder escuchar las alarmas.
En la visita, una amable guía nos explicará el funcionamiento y las normas del refugio además de poder disfrutar de un audio interactivo en el que escucharemos las explosiones, sonarán las sirenas y se apagarán las luces como si de un ataque real se tratara.
También podremos observar un equipo completo de la Aviación Cóndor que bombardeó Santander y una de las bombas similar a las utilizadas.
Para poder visitar el refugio es necesaria la inscripción previa en el Centro Arqueológico de la Muralla de Santander, en el teléfono. 942 20 30 99.
Por último y última parada en el centro de la capital cántabra, tenemos dos pequeñas embarcaciones que salen desde el puerto, en las que ESTÁN PERMITIDOS LOS PERROS y en las que podemos embarcar para llegar a Pedreña y Somo o en la época estival hasta la Isla y Faro de Mouro.
Esta Isla tiene una gran importancia a diversos niveles. Era imposible imaginarme dejando un Faro sin visitar, jejeje
Originalmente esta Isla recibía el nombre de Isla de Mogro, pero por un error de transcripción en el siglo XVIII se cambió al nombre actual, Isla de Mouro.
Ubicada frente la la Península de la Magdalena y en la boca de la bahía de Santander, fue un lugar estratégico durante la historia. Concretamente durante la Guerra de la Independencia, Inglaterra ocupa esta Isla para poder ubicar sus cañones hacia la costa ocupada por los Franceses ayudando a desembarcar a las tropas españolas en la Playa de el Sardinero.
A nivel natural también concentra una gran biodiversidad contando más de 39 especies de peces diferentes en sus aguas y colonizada por miles de aves que aprovechan las grietas de sus rocas para anidar.

Entrando en el tema que más me gusta, su faro entró en funcionamiento en 1860 pero las desgracias no han dejado de acechar su localización. Hasta 1921 el Faro era custodiado por un farero que viviría en la propia torre, pero los temporales y los embistes del mar enturbiaron la vida de aquel que le tocaba custodiarlo hasta tal punto que se consideraba un exilio por las numerosas veces que el mar y los temporales incomunicaban la isla de la tierra firme.
En 1865 uno de los fareros perdía la vida tras ser arrastrado por el mar, 30 años más tarde, en 1896, un temporal acabaría con la vida de uno de los fareros obligando a su compañero a convivir durante días con el cadáver hasta que remitió la tormenta. En febrero de 1996, ya sin farero, otro temporal destrozaría todo el sistema de iluminación y el faro permaneció varios días apagado hasta que el mar permitió la reparación de la avería.
Os recomiendo que paseéis y descubráis los misterios de la considerada como una de las ciudades más bonitas del norte.
Ruta Marismas Blancas y Negras de Astillero
En la frontera con la Comarca de Trasmiera está el Pueblo industrial de Astillero.
Parada obligada y sorprendida. Las Marismas Blancas y Negras a pesar de que su origen venga de una atrocidad natural, se han convertido en un refugio para innumerables aves.
Después de intentar rellenar el lecho marino para crear más terreno industrial, se terminaron creando casi sin querer, unas marismas igual de extrañas como de curiosas.
Una de agua dulce y otra de agua salada, al fondo Astillero y todos en convivencia.
Os propongo una ruta para niños, animales y amantes de lo extraño y natural.
Con menos de 5 kilómetros esta ruta es una de las peculiaridades de esta comarca de la que nos despedimos de camino a Trasmiera.
Para más información y track de la ruta, pincha aquí.
No te pierdas el resto de Cantabria, tierra de tesoros naturales. Para más información, pincha aquí.