Mi madre era una vagabunda, nunca me contó cómo se quedó sin familia o si la llegó a tener. Solo sé que el lacero la cogió y la metió en la jaula donde yo nací.
Fuimos siete hermanos, aunque parecíamos ser 40, ya que mirara a donde mirara estaba lleno de cachorros como yo, bueno… los había marrones, blancos, grandes y pequeños, peludos y no tan peludos, pero todos éramos perros.
Mi madre era una vagabunda, nunca me contó cómo se quedó sin familia o si la llegó a tener. Solo sé que el lacero la cogió y la metió en la jaula donde yo nací.
Fuimos siete hermanos, aunque parecíamos ser 40, ya que mirara a donde mirara estaba lleno de cachorros como yo, bueno… los había marrones, blancos, grandes y pequeños, peludos y no tan peludos, pero todos éramos perros.
No tengo mucha queja, por lo menos estuve con mi madre, muchos de mis hermanastros ni siquiera pudieron conocer a la suya.
Los humanos nos visitaban diariamente para limpiarnos y echarnos pienso, hasta que un día apareció una cara desconocida me manoseó y me metió en una jaula diferente junto a otro perro que no conocía. Fué el peor momento de mi vida.
Pasé días llamando a mi madre, intentando saber porque la humana nos había separado. Han pasado varios meses y no los he vuelto a ver, pero el perro con el que vivo, me cuida y me enseña a comportarme y la humana no ha vuelto a meterme en una jaula.

Estoy descubriendo el mundo y ella me ayuda a hacerlo, la arena de la playa es perfecta para rebozarse, cuando hace calor nos lleva al río o en su defecto nos pone una piscina para refrescarnos.